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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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Los europeos están orgullosos de la UE y quieren respuestas más firmes

El ministro de Economia, Carlos Cuerpo, adquiere mayor relevancia política y aspira a la vicepresidencia

Unión Europea
Soledad Gallego-Díaz

La imagen de la Unión Europea entre los europeos ha mejorado en mitad de la guerra comercial desatada por el presidente Trump. No porque estén satisfechos con la respuesta que está dando la Comisión y su presidenta, Ursula von der Leyen, sino porque, según el Eurobarómetro de invierno 2025, el 74% cree que su país se beneficia de la pertenencia a la UE, el nivel más alto desde 1983. Lo que los europeos dicen es que quieren una Europa fuerte, unida y que no se arredre ante desafíos ni amenazas de ningún tipo. El cambio de opinión es notable incluso en países tradicionalmente pesimistas como Chequia, Grecia o Francia. Y es así también, y especialmente, entre los jóvenes. Por mucho que haya un número creciente de jóvenes que gravita hacia la extrema derecha, la mayoría tiene una imagen cada vez mejor de Europa y piensa que debe estar unida para proteger mejor a sus ciudadanos frente a crisis globales y amenazas a su seguridad.

El problema no es que los europeos no apoyen la Unión, sino que están esperando una respuesta más firme que la que están proporcionando en estos momentos Von der Leyen o los restantes miembros de la Comisión. La debilidad de la presidenta, incapaz de dar una repuesta fuerte, sin vacilaciones, a las amenazas comerciales de Estados Unidos y a las brutales declaraciones de Trump (“están viniendo a besarme el culo”) provoca desconcierto entre muchos europeos que no comprenden por qué se acepta sin más que Estados Unidos pueda romper todas las normas internacionales y modificar unilateralmente los aranceles, no solo sin ningún tipo de negociación previa dentro de los organismos multilaterales creados para esas circunstancias, sino sin tan siquiera una explicación razonada.

Si la debilidad del mensaje de Von der Leyen es llamativa, también lo es el silencio de la vicepresidenta Teresa Ribera, responsable de la política verde y de la importante cartera de Competencia dentro de la Comisión. Es cierto que Ribera mantuvo casi siempre en España un perfil muy técnico, con muy pocas intervenciones de raíz política, pero su silencio en su nuevo papel en Bruselas es más inexplicable porque muchas de las cosas que están sucediendo afectan a sus competencias. Si se pretende retrasar la propuesta de la Ley Europea del Clima o se aguan los objetivos de reducción de emisiones (90% para 2040) para hacer frente a la crisis, sería ella quien debería alzar la voz y plantarse. Como también es competencia suya vigilar que las grandes compañías tecnológicas estadounidenses respeten la normativa digital de la Unión, amenace o no Trump con todos los males del infierno. Ribera ocupa un cargo esencial dentro de la Comisión y debería estar dispuesta a un mayor protagonismo político dentro de esta guerra.

Quien sí está reclamando un mayor protagonismo dentro de la UE es el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, con su viaje a China y sus declaraciones a favor de una mayor apertura del mercado europeo a los productos chinos (llamó la atención su posicionamiento respecto a los coches eléctricos, por ejemplo). No es fácil descifrar cómo acogieron ese viaje Alemania o Francia. Aunque en Alemania todavía no ha tomado posesión el nuevo canciller, Friedrich Merz, es obvio que tanto Ursula von der Leyen como Pedro Sánchez mantienen contacto con el político alemán. Merz es esperado como agua de mayo en sectores de la Comisión que no comprenden bien la actitud pasiva de Von der Leyen y creen que el nuevo canciller podría insuflarle más energía a su compatriota.

Mas indescifrable desde el punto de vista de la política exterior parece aún el sentido del viaje del ministro de Economía español, Carlos Cuerpo, a Washington para entrevistarse con su colega estadounidense. Desde el punto de vista de la política interior, sin embargo, el viaje es valioso porque coloca a Cuerpo como el interlocutor español para todo el dossier de aranceles y seguramente le impulsa como personaje político de primer orden y con opciones a la vicepresidencia primera en cualquier eventual reajuste de gobierno. El protagonismo en la crisis lo desempeña, sin duda, el propio presidente Sánchez, muy activo en el plano internacional, pero es seguro que Carlos Cuerpo ocupará un papel más relevante que el discreto desempeñado hasta ahora, al igual que toma fuerza la experiencia política del ministro Luis Planas, que acompañó sorprendentemente al presidente en el viaje a Vietnam y China, y que es, además, superespecialista en temas europeos.

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